lunes, 26 de noviembre de 2007

Envolvente

Ramón miraba a su mujer de cabellos negros, ropa del mismo color, sentada en el piso de su sala. Esa mujer de ideas absurdas como la de preferir el piso al cómodo sillón de cuero.
No importa él quería imaginar lo que aquella ropa escondía, podía ver el tamaño de sus senos, el sostén que ella usaba era innecesario, talvez solo lo llevaba por obligación. Sus senos no eran grandes, no eran pequeños, eran jóvenes.
Recuerda ese encuentro de miradas donde el primer deseo es importante por que esta escondido, prohibido, no permitido. No sabe si esa persona llenara sus vacíos, y ella tampoco lo sabe, pero algo los atrae, los atrae demasiado y es justamente en ese momento donde debe empezar a creer en todo.

Él miraba a aquella mujer de mirada profunda, discretamente vestida de negro, a alguien que había conocido por casualidad. Ella pedía que la desease, él la deseaba mucho más de lo que podía imaginar, pero no eran sus senos, ni su cuerpo, era su compañía.

Quería abrazarla, mantener el silencio observando las luces de la cuidad, bebiendo vino, fumando un cigarrillo tras otro, mientras sentían la brisa desde el último piso a través de la ventana, eso era suficiente.

La vida estaba hecha de cosas simples, lo que ella necesitaba estaba justamente ahí, un gran hombre que la llene de detalles simples.

Se deseaban, era una sensación libre que iba llenando los vacios con la voluntad de tener algo, eso bastaba, ese deseo del puro que empujaba todo hacia adelante, que humedecía su sexo.
Todo sucedia en su imaginación, hacian el amor, sudaban, se fusionaban con ternura y violencia.Debian parar de otro modo todo seria destruido por la realidad.

Mantenian su límite, respetaban a la pasión que los envolvia. El que esta enamorado, hace el amor todo el tiempo incluso cuando no lo está haciendo. El encuentro de cuerpos solo es la explosión, energía liberada.
Su mundo entonces se torna atemporal.
Sus miradas su encuentro más fuerte.
-Te necesito
-Te amo
-Perdón. No se ni lo que digo
-Yo tampoco
- Se levantó le dió un beso y salió

1 comentario:

  1. Poema 18



    Aquí te amo.

    En los oscuros pinos se desenreda el viento.

    Fosforece la luna sobre las aguas errantes.

    Andan días iguales persiguiéndose.



    Se desciñe la niebla en danzantes figuras.

    Una gaviota de plata se descuelga del ocaso.

    A veces una vela. Altas, altas estrellas.



    O la cruz negra de un barco.

    Solo.

    A veces amanezco, y hasta mi alma esta húmeda.

    Suena, resuena el mar lejano.

    Este es un puerto.

    Aquí te amo.



    Aquí te amo y en vano te oculta el horizonte.

    Te estoy amando aún entre estas frías cosas.

    A veces van mis besos en esos barcos graves,

    que corren por el mar hacia donde no llegan.



    Ya me veo olvidado como estas viejas anclas.

    son más tristes los muelles cuando atraca la tarde.

    Se fatiga mi vida inútilmente hambrienta.

    Amo lo que no tengo. Estás tú tan distante.



    Mi hastío forcejea con los lentos crepúsculos.

    Pero la noche llega y comienza a cantarme.

    La luna hace girar su rodaje de sueño.



    Me miran con tus ojos las estrellas más grandes.

    Y como yo te amo, los pinos en el viento,

    quieren cantar tu nombre con sus hojas de alambre.

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